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Cieza.es | 3 de junio de 2020 a las 13:54
A los siete años tuvo sus primeros pinceles, un regalo de sus padres. Pero cuando creció, su familia le desaconsejó estudiar la carrera de Bellas Artes en Valencia por motivos económicos. En lugar de ello, cursó magisterio y trabajó como maestro, pero los pinceles nunca estuvieron lejos de sus manos. "Así, pues, decidí exponer por primera vez en 1986", recuerda. En esta ocasión su familia apoyó su elección, y él inició una breve trayectoria que se interrumpió bruscamente al año siguiente tras su segunda exposición. Era un autodidacto. Treinta y dos años después vuelve a enfrentarse a la mirada crítica del espectador. Parecía un sueño exponer en la galería Efe Serrano para celebrar su vuelta, pero los sueños suelen ser interrumpidos por la dura realidad, como la fugacidad de la vida. Por eso, para aprovechar ese momento de oportunidad única, Francisco Piñera se mira hacia dentro para fortalecerse. Parece un artista fuera de lo común, y lo es.
La galería Efe Serrano es quizás el conjunto de salas de arte organizado de modo más efectivo de toda Cieza. Tras abandonar el vestíbulo y atravesar una estancia tras otra, (cada una de ellas una sala de exposiciones en sí misma), se llega a la escalera que da acceso a la primera planta cuya amplitud empequeñece los elementos decorativos que la rodean, hasta el punto de pasar desapercibidos. Cada estancia configura una unidad, magnífica y acogedora, y a la vez forma parte integrante de unos espacios que conducen a la última, precedida por una sala rectangular. Si las distintas salas de este edificio atraen la mirada del visitante las obras del artista Francisco Piñera Marín (Cieza, 1959) no se quedan atrás. Sus cuadros son de esas piezas hechas para la galería de la calle San Sebastián. De puertas adentro el arte rebosa.
"Es asombrosa. Me encanta la historia que hay detrás de cada creación. Creo que este artista puede llegar muy lejos", asegura Francisca Serrano, aludiendo a la exposición titulada 'Quiero encontrarte en mis ojos'. Por primera vez en treinta y dos años, los visitantes de la galería ciezana durante aproximadamente un mes han podido ver el trabajo de Piñera. Lo que hace en una treintena de obras es una especie de magia, y como esta, encierra secretos que sólo él conoce. Supongo que la galerista ciezana debería saberlos después de haber trabajado tantos años con tantos pintores y escultores. Pero igual que ella no desea entender cómo se las arregla un ilusionista para que su ayudante desaparezca del escenario, no quiere saber cómo utiliza este artista ciezano su magia. Se contenta con sorprenderse y maravillarse.
"Exponer nunca es fácil, pero trabajar en Efe Serrano no ha sido tan difícil como se podía pensar", comenta Piñera. Dice que el hecho de conocer a su dueña es una ventaja, permitiéndole muchas facilidades. Es un artista minucioso y reflexivo, dos cualidades que quizá vierte en su trabajo. Los elementos que lo constituyen -espejo, trazos limpios y color utilizado con oficio- son su firma personal. "El espejo es un material muy jodido de trabajar, pero proporciona un resultado muy bueno. En las tres veces que he expuesto en mi vida he utilizado espejos. Es mi sello personal". No es difícil explicar cómo puede dedicar tanto tiempo a crear estas piezas cuajadas de elementos simbólicos. Tampoco es difícil de imaginar que los símbolos obedecen a reflexiones personales. De este modo, no es raro hallar títulos tan evocadores como sugerentes.
Concretamente, se trata de 'Cree en lo imposible', 'En busca de la libertad', 'Promesa cumplida', 'Cuando la luna se convierte en sol', 'Si lo puedes soñar, lo puedes hacer' o 'Quiero encontrarte en mis ojos', obra que da nombre a la muestra y dedica a la memoria de su madre. No puede menos que pensar en su pérdida, que fue el detonante de "una mala racha personal". En palabras suyas, "estoy mal y al mismo tiempo quiero homenajearla con esta exposición". A veces las peores circunstancias sirven para que las personas saquen lo mejor de sí mismas. Por ello, en la entrevista confiesa que "solamente he pintado cuando me sentía mal y lo necesitaba". El autor experimenta la necesidad de comunicar al público sus reflexiones más íntimas y personales, pero "siempre con un mensaje de esperanza".